viernes, 6 de diciembre de 2024

EL MILAGRO DE LA NAVIDAD. (Cuentos de Navidad Para Adultos)

 Julia conoció a Eduardo en la universidad, cuando ambos estudiaban ingeniería y desde el primer momento en que se vieron sintieron que eran el uno para el otro. Terminaron los estudios y tiempo después se casaron. Tenían una buena casa y un buen trabajo, seguían enamorados tanto como el primer día o incluso mas. Se podía decir que eran una pareja perfecta con una vida perfecta, hasta que decidieron tener un hijo. Julia no lograba quedarse embarazada y se vieron obligados a acudir a un especialista. Mientras esperaban el resultado de las pruebas con mas miedo que esperanza, decidieron, que si alguno de los dos era estéril, acudirían a un centro de inseminación artificial. Pero para la desgracia de ambos, el resultado fue que los dos eran estériles.

Ninguno de los dos podrían ser padres.

Con el pasar de los días, Julia que era la mas fuerte emocionalmente, se hundió en una tristeza infinita.

-  Podríamos adoptar -le propuso Eduardo intentando que saliera del duelo en el que se encontraba. Pero ambos sabían que la tramitación era bastante larga. Así que ante la duda y el miedo a una negación, fueron pasando los meses mientras Julia cada vez se hundía mas y mas.

- Yo te sigo amando Julia -le decía Eduardo cada noche cuando iban a dormir y ella empezaba a llorar.

Pero las palabras de Eduardo y su amor por Julia no eran suficientes, una sombra gris se había cernido sobre sus vidas inundándolo todo de una tristeza y melancolía que hasta se podía respirar en el aire. Había sido un golpe duro para su matrimonio, y mucho mas para Julia, que apenas hablaba con alguien debido al estado de depresión en el que se encontraba.

Una tarde de Diciembre, Eduardo decidió sacar el árbol de Navidad, ya que siempre había sido Julia quien se encargaba de ello todos los años. Ella colocaba los adornos mientras Eduardo la contemplaba, parecía una niña pequeña con su alegría mientras colocaba cada adorno  en las ramas, y Eduardo no quería romper ese hechizo. Pero a pesar de que tan solo faltaban unos cuantos días para Navidad, Julia no había mostrado ningún interés del desván.

Así que en la soledad del salón, Eduardo se encontraba frente al árbol de Navidad colocando los adornos. Y también decidió montar el pesebre para darle una sorpresa a Julia, un poco de alegría, aunque en el fondo sabía que no serviría de nada. Cuando termino de colocar todo el pesebre se sentó frente a el, y mirando el nacimiento recordó como cuando era niño le escribía una carta a el Niño Jesús y le pedía un regalo.

- Solo danos lo que necesitamos -pensó en voz alta. Y una lágrima rodó por su rostro, a la que le siguieron muchas mas, y entonces Eduardo suplicó al Niño Jesús que lo ayudara, que le diera fuerzas y que le mostrara el camino para superar la adversidad por la que estaba pasando.

Al día siguiente se vistió y salió de casa para ir al trabajo; la hermana de Julia lo esperaba en la puerta.

- Tienes que venir con migo -le dijo. Eduardo se preocupó, la hermana de Julia en raras ocasiones iba a visitarlos. - Te lo contaré por el camino.

Subieron al coche de Eduardo y Clara le indicó una dirección. Clara era asistenta social, y mientras Eduardo conducía, le explicó la situación.

Una mujer, por circunstancias de la vida y la difícil situación por la que pasaba, quería dar a su hijo en adopción; vivía en condiciones insalubres y pobreza extrema.

Llegaron al edificio den de vivía Clara y se dirigieron a la casa de una de sus vecinas que estaba cuidando del niño. Su madre lo había llevado a la oficina de Servicios Sociales antes de que estuviera abierta, Clara estaba allí porque el día anterior había tenido que salir antes y le quedó mucho papeleo por revisar. Así que nadie había visto como la mujer le daba el niño a Clara y ella lo llevaba a su casa dejándolo al cuidado de su vecina. Ella había hablado con la madre, le había contado la situación por la que pasaban Julia y Eduardo y la mujer había accedido a que el niño se quedara con ellos.

- Es él -le dijo Clara a Eduardo señalando al niño que su vecina sostenía en brazos cuando había abierto la puerta.

Eduardo no supo que decir ni que sentir, todavía estaba procesando todo lo que Clara le acababa de contar.

- Pensé que era mas pequeño.

- Tiene cuatro años.

Clara lo tomó en brazos, pero el niño solo miraba a Eduardo asustado; que empezó a sentirse mal por el comentario que acababa de hacer sin tan siquiera pensarlo. Por supuesto que él hubiese preferido adoptar a un bebé para que así no recordara nada de su pasado y lo viera a él como su único padre, y a Julia como a su única madre. Pero ahora mismo Eduardo solo podía perderse en esos ojos diminutos, tristes y necesitados de amor.

- Hola bebé-fue lo único que se le ocurrió decir a Eduardo.

- Vamos -le dijo Clara tomando al niño en brazos, y despidiéndose y dándole las gracias a la mujer que lo había estado cuidando.

- ¿Dónde vamos?

Eduardo la siguió y salieron del edificio.

- Su madre lo trajo casi desnudo. Vallamos a comprarle algo.

Entonces Eduardo se fijó en que estaba envuelto en una manta y empezó a cuestionarse cuantos niños como él habrían así de solos y desamparados en el mundo pagando los errores de otros. Clara lo acurrucó contra ella mientras Eduardo conducía preguntándose si estaba haciendo lo correcto porque a partir de aquí no habría marcha atrás. De vez en cuando lo miraba mientras conducía, solo tenía cuatro años pero se veía tan pequeño, delgado, tan frágil...

- Eduardo..., has pasado de largo el centro comercial.

- Lo sé -contestó. - Lo he pensado mejor, creo que Julia estará encantada de ser ella quién valla a comprarle ropa.

Siguió conduciendo dirección a su apartamento. Intentó acariciarle el rostro al niño en una ocasión durante el trayecto pero él lo rechazaba temeroso por haber sufrido malos tratos,

Pero poco a poco fue perdiendo ese temor.

Tenía tanto amor a su alrededor por parte de Julia y Eduardo que solo quería explorar, realizar preguntas, descubrir todo lo que sus ojos veían de nuevo.

- ¿Qué es esto? -preguntó a Julia tomando una figura de la caja donde estaba guardado el pesebre. 

Había pasado un año desde que Eduardo lo había llevado a casa. Ya no sentía temor por nada, solo la curiosidad que tienen todos los niños, Y Julia dejó de llorar por las noches desde Jesús, que así fue como decidieron llamarlo, estaba allí con ellos.

- Ese es el Niño Jesús.

- ¿Se llama Jesús como yo?

- Si, Jesús como tú.

- ¿Por qué?,

Julia miró a Eduardo buscando ayuda, como cada vez que se quedaba sin respuestas ante tanta curiosidad. Eduardo sonreía divertido por las preguntas de su hijo. Y feliz porque no recordara el pesebre del año anterior, ni a su madre biológica, ni a su padre, ni la vida que hubo vivido antes de llegar allí.

- Eduardo...¿Por que se llama Jesús? -sorprendió a Eduardo que estaba contemplándolos.

-Eh... .-entonces el timbre de la puerta sonó, y Eduardo fue salvado de responder algo de lo que no tenía ni idea, ya que la curiosidad de su hijo se centró en quién llamaba a la  puerta. 

Julia fue a abrir y los padres y el hermano de Eduardo que vivían lejos y iban a visitarlos en Navidad entraron en el salón con muchas bolsas de regalos, la gran mayoría para Jesús.

- Jesús, ella es tu abuela -le dijo Eduardo señalando a su madre, La mujer se agachó para estar a la  altura de Jesús y lo llenó de besos. Cuando se separó Jesús solo miraba la caja envuelta que había dejado en sus manos con los ojos muy abiertos.

- Y él es tu abuelo, y él es tu tío -le explicó.

- ¿Y tú quién eres? -le preguntó.

- Yo soy tu papá.

Y así, ese 24 de Diciembre, Jesús llamó a Eduardo "papá". Cuando ya no recordaba lo que era esa palabra, cuando la aprendió de nuevo. Por que así como Dios elige cuando se marchita una rosa, también elige cuando un brote sale nuevo. No cae una sola gota de lluvia sin que él de permiso, y si Jesús formaba parte de la familia de Eduardo y Julia, era porque él lo había decidido así.


Ya a la venta : Cuentos de Navidad para Adultos: El Milagro de la Navidad y Otras Historias Mas. eBook : Sánchez Soriano, Vanessa: Amazon.es: Tienda Kindle