lunes, 8 de mayo de 2023

DE MAYOR QUIERO SER…



–Adrián, ¿Qué quieres ser de mayor?–le preguntó su padre mientras le daba migas de pan de las sobras del bocadillo de Adrián a las palomas del parque. 

Adrián levantó la cabeza y sus grandes ojos verdes pasaron de mirar las piedras del suelo con las que intentaba construir un castillo a mirar el joven rostro de su padre. Tenía la cara sonrojada a causa del frio de aquella tarde de otoño. 

–Seré constructor–su sonrisa desveló que le faltaba uno de sus dientes de leche–, constructor de castillos. –Y señaló las piedras que había amontonado en el suelo, pero desafortunadamente sopló una ráfaga de viento que las tumbó. El rostro de Adrián se puso serio por un momento pero enseguida su mirada se volvió traviesa, lo que quería decir que por su cabeza pasaba una nueva idea. Se levantó del suelo y empezó a correr rápidamente alrededor del parque imitando la sirena de los coches de policía. 

–Ni, no, ni, no...–chillaba–… ni, no, ni, no... voy a ser policía. Y perseguiré a los Ladrones, ni, no, ni, no, y los meteré en la cárcel.

Pero tras cuatro carreras se dejó caer en el banco junto a su padre agotado. 

- Sabes papá...–le dijo fatigado–... creo que no voy a ser policía...–tomó una bocanada de aire–... es demasiado pesado.

Su padre lo miró y le preguntó de nuevo.

–Entonces... ¿Qué vas a ser?

–Seré bombero. 

– ¿No te asusta el fuego?–le dijo lanzando una miga de pan a lo lejos–. Te puedes Quemar.

–Es verdad. –Contestó Adrián frunciendo las cejas.

–Seré...–se quedó pensativo un momento– ¡Ya lo tengo! Se levantó del banco de un salto y empezó a imitar los movimientos de los toreros.

–Me encantan los toros, –dijo alegremente– ¡Seré torero!

 – ¿Y si te pilla el toro?

 –No me pillará. –contestó muy seguro de sí mismo imitando los movimientos de los toreros. 

Un niño algo más pequeño que él estaba jugando en el parque y lo vio, sin pensárselo dos veces se colocó las manos en la cabeza a modo de cuernos y envistió contra él. Adrián que no lo había visto venir cayó al suelo de bruces. 

–Valla–dijo su padre tendiéndole la mano para ayudarlo a levantarse–de haber sido un toro de verdad te hubiera pillado. 

Esta vez Adrián sí que se puso muy triste, no podía ser nada de lo que él quería. Miró a su padre y le pidió que se fueran a casa. 

Esa noche a Adrián le costó mucho dormirse, pensando en que podía ser de mayor. Cuando por fin se durmió soñó que era un súper–héroe y salvaba la ciudad, también que era un intrépido pirata y encontraba miles de tesoros, era un príncipe que mataba a un dragón que tenía a una princesa prisionera...

–Adrián, ¿Qué quieres ser de mayor?–le preguntó su padre. Pero esta vez no era él quién le daba de comer a las palomas del parque las sobras del bocadillo de Adrián. Su padre estaba sentado en una silla de ruedas mientras Adrián lanzaba los restos del sándwich que había preparado para él al suelo del parque. Su padre tenía alzhéimer, se lo habían diagnosticado hacía apenas dos años, pero aquel veneno corría por su sistema nervioso a la velocidad del rayo, penetrando en su cerebro y atacando a sus neuronas. Adrián lo miró con nostalgia, su pelo blanco marcaba el paso de los años, las arrugas de su rostro irradiaban una paz absoluta. Sus ojos verdes miraban al vacío, pero Adrián Noto esa chispa de vida en ellos. Esa mirada llena de alegría cuando recordaba algo importante.

–Adrián, ¿Qué quieres ser de mayor?–le volvió a preguntar. 

–Seré constructor. –le contestó él recordando aquella tarde en el parque hacía más de treinta años. Su padre sonrió. 

–Policía, bombero, torero...–una lágrima rodó por la mejilla de Adrián–… Superhéroe, pirata, o un príncipe azul...

Mientras seguía mirando al vacío, esa chispa en sus ojos iba desapareciendo. Pronto olvidaría aquel día en el parque que estaba recordando, pronto olvidaría aquella misma conversación. 

–Llevo años siendo escritor padre. –terminó diciendo mientras sentía la cálida mano de su padre en sus mejillas limpiándole las lágrimas como si aún tuviese siete años. 

–Bien hijo, –le contestó mientras sus neuronas batallaban con su enfermedad–veo que por fin lo has entendido.

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