martes, 26 de noviembre de 2024

UNA GUERRERA EN PRISIÓN.

 Hay cosas que llenan el alma más que cualquier capricho. Hubo tiempos felices, por breves que fueran. A fin de cuentas, es mejor resignarse y aceptar la realidad. Cuando creces confirmas que no existen los cuentos de hadas, pero soñar es gratis y necesario. Tardarás años en comprender que vale más ser guerrera que princesa… Ella lo sabía. 

 Quiso crecer antes de tiempo y cuando echó la vista atrás entendió que hubiese sido mejor quedarse donde estaba. Ahora era tarde para volver al pasado; mejor dicho, era tarde para fantasear con él, lamentarse. Su mejor opción fue aceptar la realidad y ponerse la armadura. Por precipitarse y tomar malas decisiones recibió muchos golpes. Podría describir cómo se siente una mujer cuando pone precio a su cuerpo por pura necesidad. Siguieron existiendo las carencias, ahora económicas. Tenía el alma vacía, lo único que la llenaba era una criatura que necesitaba comer. Con la sonrisa más bonita e inocente del mundo, era pura luz. Sus ojos, color verde esperanza, lograban que ella confiara en una vida mejor. Enamorada de su pequeño príncipe. Que nunca le faltaría de nada fue su promesa. No le importó el precio a pagar. Tenía 19 años, había crecido demasiado rápido. A veces añoraba su niñez, donde las únicas preocupaciones eran sus rodillas limadas. Jamás imaginó que las heridas del corazón dolerían más. Pero era una guerrera con una debilidad como el tendón de Aquiles. También era guapísima, aunque ella se infravalorara. Esas habitaciones fueron el único testigo de sus lágrimas e interminables noches en vela, pero se arreglaba el maquillaje y levantaba la cabeza. Necesitaba un poco de Paz en medio de tanta guerra.

 Aún así, siguió adelante. Esa criatura siempre tuvo sus mejores cumpleaños, estudios, médicos… Un niño feliz y saludable; su sonrisa era su sustento. La promesa seguía en pie. Pero su vacío emocional era inevitable, demoledor. No se sentía mujer sino un objeto. Siempre quiso encontrar el amor, pero no hacían más que romperle el corazón. Los que no entendían que vendiera su cuerpo, los que la prejuzgaban, y los que seguían tratándola igual que los que entraban en la habitación. Un temporizador en la puerta marcaba el inicio y fin de su calvario, cada minuto era una eternidad. Odiaba a los hombres con todas sus fuerzas, se sentía sucia. No aguantaba más, rompió sus propias reglas. Decidió que robar sería más fácil que desnudarse, ahora era ella quien los utilizaba. Necesitaba evadirse y se refugió en la droga. Se sentía demasiado golpeada por la vida, quería devolver los golpes a todo aquel que se le pusiera por delante, literalmente. Entró en una espiral de violencia, drogas, destrucción, delitos… Prisión. 6 años y medio. Fue tan difícil ese proceso… Pero como bien dije al principio de este relato, nunca fue todo tan difícil. Ella era una guerrera y este, su descanso. Después de duros años comprendió que era la manera que tenía la vida de pararle los pies. Tenía una coraza y una fuerza inquebrantable, no era la primera vez que se sentía presa. Aunque sea difícil de comprender, encontró el amor. Ese con el que tanto soñó… “Por fin estás aquí” Cuando casi había perdido la Fe, se sintió plena. Sonreía, era feliz. La mayoría de las personas que entran en prisión sienten que su mundo se desmorona, para ella fue su salvación. Podría haber aparecido muerta en alguna cuneta; paliza o sobredosis. Vivir al límite conlleva riesgos, corrió con suerte. Tiene 30 años, aún cumple la promesa que le hizo a su Príncipe; y siente que puede volver a empezar con ilusión.  —Hay cosas que no se pagan ni con todo el oro del mundo, una de ellas es la libertad; pero tenerla sí que vale un precio. Uno que nunca imaginé que debiera pagar. Entendí que no existe el amor si primero no me lo sentía a mí misma. Pero cuando menos lo esperas va la vida y te sorprende; y la sonrisa vuelve a iluminar tu cara. Creo en el destino y en los caminos que debes recorrer para llegar a tu puerto, tu hogar. Mi peor momento se convirtió en mi mejor historia. Esta historia es mía, una historia real. Cada mañana me miro al espejo y ahí la vuelvo a encontrar, una guerrera.

Relato Publicado en : Mujer: Las Historias que no se cuentan. (Relatos Morales) eBook : Sánchez Soriano, Vanessa: Amazon.es: Tienda Kindle

martes, 12 de noviembre de 2024

¿DÓNDE ESTÁ JESSICA? (CASO ABIERTO)



— Cuéntanos desde el principio — dice el agente sentado frente a David.
— Todo empezó hace 11 años, para ser más exactos el 1 de abril del 2013. Acababa de mudarme y me inscribí en una nueva secundaria, entre un mes atrasado, aunque soy inteligente y me acomodaría rápido...
Todos se ponen nervioso el primer día de clases y más cuando entran atrasados, pero yo estaba ansioso con la escuela nueva, amigos nuevos, y chicas nuevas...
Yo en ese tiempo usaba aparatos, lentes, camisa y pantalones con tirantes, era todo un nerd, un patético nerd alegre. Así que todos se burlaban de mi.
Entre todos los rostros que se burlaban de mí noté, uno en especial, al final del salón, este solo me miraba completamente serio, mantuve mi mirada en la suya por unos largos minutos, sus ojos celestes grisáceos me tenía cautivado, volví a mí cuando la profesora apretó mi hombro y me dijo que tomara asiento.
Me senté junto a ella y la saludé, me ignoro como yo esperaba. La primera hora de clase paso normal y rápida para mi gusto, cuando sonó la campana todos salieron apurados del salón menos ella y yo, eso me puse algo nervioso.
— Me llamo Jessica — su voz tan dulce que me empalago, levanté la mirada buscando a una chica de apariencia tímida y tierna, pero solamente vi lejanía y frialdad — . ¿Cuántos años tienes?
Me quedé mirándola como idiota, su cabello era negro como la media noche y su tez blanca como la de un vampiro, era una belleza exótica. Entonces pensé cómo una chica tan seria y de apariencia fría, cortante, malvada, podría tener una voz tan dulce. Quede aún peor cuando su penetrante mirada sin expresión se clavó en mí. Me quedé mirando de esa manera más de la cuenta, lo que pareció molestarle, lo noté cuando me golpeó la cabeza con su cuaderno de tapa dura.
— Es de mala educación mirar de esa manera y no responder cuando te hablan —dijo molesta con su dulce voz  ahora un poco amarga.
— Lo siento. Tengo doce años, ¿y tú?.
Iba a responder, pero la campana volvió a sonar y unos compañeros entraron al salón, al instante ella devolvió su mirada al frente para luego ignorarme el resto del día.
‍​‌‌​​‌‌‌​​‌​‌‌​‌​​​‌​‌‌‌​‌‌​​​‌‌​​‌‌​‌​‌​​​‌​‌‌‍— Cuéntanos cuando se volvieron amigos — ordenó el policía.
— Bueno, la verdad..., eso pasó un tiempo después.
— Explícate.
— Estuvimos saliendo cinco meses, al comienzo yo lo veía como citas amistosas pero con el tiempo...Me enamoré de ella. — Se rasco la nuca y miro al policía sentado frente a él buscando una respuesta, un apoyo, o cualquier justificación por lo que acababa de decir, pero la expresión del agente era insondable, así que continuo con su relato.
— No pude contra esos estúpidos ojos griseados, su rareza me tenía atrapado, y ella también, su personalidad es algo difícil de describir, es positiva y alentadora, sin embargo al mismo tiempo fría y distante. En los catorce años que la conozco su rostro nunca ha mostrado alguna expresión, aunque la he visto llorar y reír igual, su semblante nunca cambia, y en aquel entonces, cuanto más la conocía más fuerte me enamoraba de ella. Un día mientras salíamos...
— Cuéntanos lo que sabes de ella— Interrumpió el agente.
— Todo a su tiempo. Es algo que ella solía decirme. — Sonríe con nostalgia, bebe un poco de café y sigue.
— Un día mientras salíamos, por accidente la bese, aunque no fue un beso, sino el típico cliché de la caída en donde uno queda sobre el otro y sus labios rozan, —  Ríe por lo bajo apenado.—  Creí que ese día ella me dejaría, pero solamente hizo como que nada paso y la cita siguió con normalidad. Conocía muy poco de ella, pero aun así la amaba. Decidí decírselo, en nuestra cita del segundo fin de semana de agosto. Recuerdo que se lo dije con inseguridad y miedo, si ella me rechazaba seguro que no nos volveríamos a ver mas, y no quería eso, pero ella no era igual a otras chicas y su respuesta no era de esperarse.
— Tiempo al tiempo, David.
—Fue lo único que dijo antes de marcharse, me quedé como idiota mirándola irse, pensando en cuánto tiempo le lleva pintar su cabello, ya que el viernes lo tenía azul y el sábado ya lo tenía de color violeta, luego de darme cuenta de la situación me quedé pensando en su respuesta "Tiempo al tiempo," ¿Acaso dijo que le diera tiempo para pensar en que responder? O ¿únicamente lo dijo para que no sacará más ese tema?, deje mis dudas de lado cuando su dulce voz me volvió a hablar.
— ¿No vienes, amigo?
"Amigo" , ignore el leve dolor en el pecho y la seguí. Seguimos nuestra cita como si nada hubiera pasado.
Dos semanas después volví a sacar el tema, estábamos en su casa, su familia no estaba, ella suspiró, aun así su cara no hizo ningún gesto que me diera una pista de cómo se sentía, soltó unas leves carcajadas, ¿Cómo hace para reír sin reír? Me pregunté.
Ya saben, reír sin reír, cuando ríes y la risa llega a tus ojos acompañados de una enorme sonrisa que en ocasiones deja ver tus dientes o no. Bueno, ella no lo hacía.
— Tú eres mi amigo David, tú no puedes enamorarte de mí ni yo de ti—dijo sin mirarme, sentí otra vez el dolor en el pecho, pero ahora un poco más fuerte, tanto que lleve una mano a este haciendo una mueca.
— Ya lo estoy... ya estoy...
Me interrumpió.
— No. Bueno, tú si puedes. Más yo no. Yo no puedo sentir tal cosa como "amor".
Comentó haciendo comillas con las manos, entonces me miró y por primera vez sus ojos se abrieron solo medio milímetro más de lo normal, dejando ver tan solo una minimísima pizca de sorpresa que únicamente duró medio milisegundo, fue tan fugaz que no sabía cómo pude verlo, creo que no se esperaba que yo estuviera llorando en silencio sujetando mi pecho como si fuera a caerse, suena muy exagerado y narrado como libro romántico aunque bueno, así pasó.
— Lo siento, David. No eres tú. Soy yo.
Eso me hizo reír, ella colocó su mano en mi hombro dando tres leves palmaditas en forma de consuelo, ella no me abrazaría, ella no hace esas cosas.
— Algún día encontrarás a una mujer que pueda amarte, yo te ayudaré en lo que pueda mientras pueda. Prometo ayudarte a ser feliz aunque no sepa su significado.
La miré confundido, ¿Cómo alguien no sabría lo que significa la felicidad? Me pregunté a mi mismo. Después de eso quedamos como amigos, muy buenos amigos, nos volvimos los mejores amigos.
‍​‌‌​​‌‌‌​​‌​‌‌​‌​​​‌​‌‌‌​‌‌​​​‌‌​​‌‌​‌​‌​​​‌​‌‌‍— Dime David, ¿conociste a una chica llamada Sofía Reyes? — le preguntó el agente entregándole una fotografía de la chica.
— Si —contestó algo dudoso mientras trataba de recordarla—, la conocí en la secundaria.
— Cuéntanos cuándo y cómo la conociste
Fue el 23 de mayo del 2014. En una de las actividades que se hacían mezclaron a chicos de las tres secundarias en un grupo, en este estaba Sofía, Jessica y yo junto a otros chicos.
Recuerdo que Sofía me pareció una chica muy bonita y al final del evento quedamos en salir.
— Pero ¿tu no estabas enamorado de Jessica? Pregunto el otro policía hablando por primera vez.
— Bueno. Las cosas con Jessica después de decirle que la amaba cambiaron un poco, ella ya no salía mucho conmigo para que yo dejara de tomar cariño por ella, me hacía conocer chicas y me ayudó a olvidarla aunque nunca deje de quererla, sólo me di cuanta que realmente nunca tendría nada con ella y me rendí. Meses después volvimos a salir como siempre y yo fingí ya no quererla más que como una amiga. Empecé a salir con Sofía, ella también era un año mayor que yo y luego de la quinta cita intentó besarme varias veces pero yo la evadía porque no sabía besar y no quería quedar mal, algo mal porque Sofía empezó a ignorarme un poco, le conté a Jessica sobre el "problema" y su respuesta me sorprendió.
—  Puedo enseñarte. Si eso te ayuda a ser feliz, lo haré.
Yo al escuchar eso simplemente me quedé mirándola como idiota, ella se encogió de hombros como si no importará que "la usará". Lo pensé durante un buen rato, en unas dos horas tendría otra cita con Sofía y seguro intentaría besarme otra vez y si la evitaba creía que sería la última vez que la vería, tenía miedo ya que me gustaba mucho, luego de salir tres meses con ella me encariñe, "Fue muy rápido" repetía la dulce voz de mi mejor amiga en mi cabeza.
— Esta... bien.
— Cierra los ojos —me dijo Jessica soltando una leve risa mientras se sentaba junto a mi en su cama, aun no entendía cómo su rostro no acompaña sus acciones, yo estaba seguro que ella sí tenía sentimientos, si tenía corazón, pero no tenía ese algo los demuestre. Estaba muy nervioso y ella lo noto, para calmarme tomó mis manos con una de las suyas mientras con la otra sujetaba mi mejilla haciendo que mi cara estuviera en su dirección, pegó su frente a la mía y de alguna forma me relaje cuando normalmente que ella hiciera eso me ponía más nervioso. Nuestras respiraciones se mezclaron y sentí sus labios rozar los míos, me tense, realmente me ayudaría a aprender y yo que creía que haría otra de sus bromas...
—¿Siempre te hacía esas bromas?—Pregunto el agente.
—Si —respondió David algo nervioso rascando su nuca de nuevo.
— Bien, continúa.
— Finalmente unió nuestros labios, al comienzo no sabía qué hacer y no quería entorpecer las cosas, ella molesta me recostó sobre la cama y dijo con una  calma aterradora  :
— Ya cálmate —, sentía que estaba molesta pero me hablaba con tanta tranquilidad, sabía que trataba de controlarse porque apretaba con fuerza mis manos.—lo haces de forma desesperada. Sólo debes seguirme a mi, no hagas cosas que viste en películas o series o en la calle.
Sabía que trataba de controlarse porque apretaba con fuerza mis manos. Nos volvimos a sentar y me volvió a besar, esta vez yo sólo seguí sus movimientos. Cuando nos separamos nuestras respiraciones estaban agitadas, perdí la cuenta de cuántas veces nos besamos y por cuánto tiempo, Jessica mantenía su mirada clavada en la mía y yo estaba igual, ambos tratábamos de calmarnos. Pero entonces me dijo con la mas cruel frialdad que solo me estaba enseñando para que pudiera besar a Sofia, y que entre ella y yo jamás pasaría nada. Yo, aunque dolido, sonreí y dije que lo sabía, sólo que como estaba agitado mi cara se sonrojo sola, le dije que yo ahora amaba a Sofía y ella asintió levantando su pulgar en forma de aprobación, pensaba que por dentro ella sonreía...
En la cita como yo me esperaba Sofía trato de besarme y esta vez no la evite. Las cosas fueron bien y unos días después ya éramos novios. Un día fui a casa de Jessica a contarle lo ocurrido, me dio unas palmaditas en la espalda como felicitación mientras reía, aún no podía creer que su rostro seguía igual de inexpresivo. Esa noche la pasamos viendo películas y nos fuimos a dormir.
— ¿Por qué terminaste con Sofía? —preguntó el agente algo impaciente.
Cuando cumplimos cuatro meses con Sofía la encontré engañándome. Ella desde el segundo mes de noviazgo me pedía que tuviéramos relaciones pero yo me negaba porque éramos muy jóvenes, luego de unas semanas dejó de insistir y yo creí que era porque me entendía y quería esperar pero luego supe que sólo dejó de insistir porque ya lo hacía con su amante.
Ese día me lo pase llorando como niñita en los brazos de Jessica. Recuerdo que cuando fui a su casa, abrió la puerta y apenas me vio llorar me metió dentro de un tirón, me hizo sentar en el sofá de la sala y dijo:
— ¿Qué te hizo?
Yo sólo lloraba mientras ella me miraba inexpresiva como siempre, harta de esperar y verme llorar me sujetó de los hombros sacudiéndome con violencia, me asuste.
— Dime ahora mismo que te hizo— me ordenó firme y con una tranquilidad más aterradora que antes.
— Me engañó... —dije en un susurro, recordar a Sofía besando, manoseando, siendo basada y manoseada era asqueroso y doloroso. No podía parar de llorar: para mi sorpresa Jessica me abrazo.
— Mañana terminarás con ella y yo estaré contigo.
Después de eso seguimos abrazados un rato, vimos unas películas, cenamos y me fui a mi casa. Debo admitir que me extrañaba que estuviera sola siempre en casa.
Al día siguiente fuimos a ver a Sofía y termine con ella, trató de disculparse pero Jessica le dijo que no lo hiciera, si no fuera porque ella estaba allí seguro que hubiera vuelto con Sofía. Luego de eso nunca más vi a Sofía, en la escuela dijeron que se había mudado.
— Lamentó decirte que Sofía no se había mudado, a Sofía la secuestraron, amenazaron a sus padres y luego, a pesar de que cumplieron con lo que pidió, la mataron, estuvimos mucho tiempo en busca del asesino. Casi lo tenemos y para ello te necesitamos.
— Ustedes también sospechan de Jessica, ¿no? Ella no sería capaz de eso.
— Tu Solo encargaré de contarnos todo lo que has pasado con ella y lo que sabes.
‍​‌‌​​‌‌‌​​‌​‌‌​‌​​​‌​‌‌‌​‌‌​​​‌‌​​‌‌​‌​‌​​​‌​‌‌‍—Según sabemos tu y Jessica estabais muy unidos, ¿es cierto? Y creemos que erais mas que amigos.
—Claro que no. Jessica y yo sólo éramos amigos, nada más que amigos.
—¿Aunque se besaron? ¿Aunque hayan tenido relaciones sexuales?
—Yo... —dijo nervioso —,...de verdad nunca fuimos más que amigos. Yo sólo... la usaba.
— ¿Qué quiere decir? —preguntó molesto el agente cruzando los brazos.
—Bueno, despues de romper con Sofía conocí a otra chica...
Jana Vázquez, a ella le hicieron lo mismo que a mi, también la engañaron. La conocí el 14 de febrero de 2018 y ese día casi se suicida. Jessica y yo la ayudamos a entrar en razón. Tres meses después nos pusimos de novios, a todo esto Jessica me ayudaba a conquistarla y hacerle entender que yo nunca le engañaría. Un día casi tenemos relaciones, digo casi porque yo no deje que pasara, aun era virgen, sólo tenía 17 años. Ella lo intentó varias veces, en fin, paso lo mismo que cuando Sofía intentaba besarme.
— Puedo ayudarte —me dijo Jessica sin dejar de ver la película, la verdad me sentía extraño, que Jessica accediera a cosas como esa así de la nada era raro.
Yo le dije que estaba bien pero no ahora, no mientras yo esté con Jane porque eso implicaría engañarla.
Un día Jane lo volvió a intentar pero yo le dije que no y se molestó más que las otras veces, discutimos y ella terminó la relación, otra vez estaba en la puerta de la casa de mi mejor amiga llorando como un idiota porque me dejaron, los abrazos de Jessica en estos casos se volvían costumbre.
— Puedes hablar con ella cuando todo se calme en unos días y luego de hablar te acuestas con ella. Eso le alegrará y seguirá —dijo mientras texteaba algo en su celular, también era costumbre que no me mirará mientras hablábamos de esas cosas.
— Pero no sabría como hacerlo. Yo...,necesito..., yo necesito que me ayudes. Como cuando me ayudaste con Sofía.
Jessica se quedo completamente quieta mirando su celular, luego me miro a mi por unos minutos pensándolo hasta que respondió:
— Debes fingir que soy ella. Ya terminamos de hablar y probablemente ella esté llorando. No digas nada, sólo deja que tu cuerpo te guíe.
Se sentó cerca de mí, inclino la cabeza cubriendo su cara con sus manos y parecía que lloraba, yo me quedé mirándola pensando que podría hacer, visualice a Jana.
Quite las manos de su cara, mire los ojos esmeraldas de Jana, esto de visualizar me salía bien, sus ojos rojos y llorosos los cuales vi muchas veces por las peleas estúpidas, sujeto sus mejillas con mis manos y me acerco lentamente para besarla de forma lenta y tierna, al pasar el tiempo los besos dejan de lado la ternura y lentitud para volverse rápidos y apasionados, así hacia Jana, sabía que ahora se subiría sobre mi dejándome recostado en la cama, sólo que también estaba sin camisa, cuando sus besos pasaron a mi cuello pensé en detenerla, siempre la detenía allí pero recordé lo que hacía y la deje seguir. Luego de varios besos por aquí y allá, bueno, terminamos en ropa interior y para ser sincero, después de quitarle la blusa deje de visualizar a Jana y sólo veía lo que en realidad pasaba, estaba por acostarme con Jessica. Cuando nos estábamos por quitar la ropa interior llegó su familia, tuvimos que cambiarnos rápido y yo resolví mi asunto en el baño mientras Jessica ayudaba a su madre con no se que.
— La familia arruinó el momento—sentenció el agente irónico.
— Ese día me quedé a cenar con su familia.
—¿Ya la conocías? A la familia.
— Si. Luego de cenar me fui a casa, no pude dormir en toda la noche pensando en Jessica y en lo que estuvimos por hacer, en lo que íbamos a hacer luego. Eso dijo ella. Fue lo que susurro en mi oído cuando nos dimos cuenta de que su familia llegó. Sigue actuando igual, puede estar muriéndose de dolor y ella estará hablando con tanta tranquilidad que asustaría a cualquiera.
Al día siguiente trate de hablar con Jane pero ella me dijo que necesitaba tiempo.
— Dame una semana, el próximo domingo hablamos.
Fue lo que dijo para luego cerrar la puerta de su casa en mi cara.
Al día siguiente, lunes, fui a la secundaria con Jessica, algunas chicas la miraban feo y otras le decían zorra pero cuando Jessica las miraba salían corriendo del miedo. Cuando entramos al salón encontramos unas fotos de Jessica besándose de forma apasionada con un chico en el baño del conserje, el cual siempre estaba más limpio que los otros. Mirando bien la foto supe que era el chico popular de la escuela por el que todas las chicas morían, todas menos Jessica.
— ¿Cómo estas tan seguro?— interrumpió el agente.
Yo estuve allí ese día, ellos se besaron por un reto que le hicieron a Frank, el chico popular, ella accedió sin problema y bueno se besaron, no me molesto.
Jessica soltó unas carcajadas muy ruidosas pero su rostro seguía sin expresar nada.
— Es una buena foto. Me la llevaré para el recuerdo.— dijo tomando la foto que parecía más un poster y la guardó en su mochila. Luego de la escuela fuimos a su casa.
— Hoy mis padres llegan tarde y mis hermanos dormirán en casa de sus amigos.— comentó al salir de la secundaria, sabía que significaba, fue una forma indirecta de decir "Hoy dejarás de ser virgen, niñita llorona" estaba súper seguro que lo habría dicho así mientras se burlaba de mi. En todo el camino me la pase pensando en que tendría que hacer, decidí empezar por tomar el control. Apenas llegamos a su casa y ella cerró la puerta yo la acorrale contra esta y comencé a besarla, al comienzo fue lento pero al pasar el tiempo subí tanta la intensidad que perdí el control.
Mientras ella seguía mis besos con la misma desesperación que yo y enredaba sus manos en mi cabello haciendo que yo gruñera un poco. Yo baje mi mano a su trasero, lo agarré y presione pegando su cuerpo más al mío, baje mi mano a su muslo para luego subirlo y darle leves caricias mientras me movía haciendo que ella soltara leves jadeos entre el beso el cual intensifique más colocando mi otra mano en su nuca para así pegarla más a mi. Luego de varios minutos así ya no pude resistir más, sujete con fuerza ambos de sus muslos para luego cargarla y al instante ella rodeó mi cintura con sus piernas con firmeza, aun teniéndola pegada a la puerta baje a besar, lamer y morder su cuello.
Sin despegarnos subí las escaleras, al llegar al cuarto ella me quitó la camisa y yo le quite la blusa, con cuidado la deje en la cama, me subí sobre ella y volví a besarla mientras acariciaba sus caderas y ella tocaba mi abdomen el cual no estaba ni siquiera levemente marcado pero tampoco tenía barriga. Luego de besos, lamidas y mordidas volvimos a quedar ambos en ropa interior, pero no duramos mucho así.
No daré tanto detalle de esto, sólo unos que me parecen parte importantes en la historia de Jessica. —Ambos agentes asienten—. Cuando lo estábamos haciendo yo bueno recorría su cuerpo con la mirada, no querría olvidar nunca más eso y tampoco tendría otra oportunidad así. En fin. Pude ver en ella muchísimas cicatrices que cubre con ropa. En su abdomen, espalda, antebrazos, muslos, nuca, hasta vi algunas en su rostro gracias al  sudor que le corrió el maquillaje.
Al día siguiente desperté con ella en su cama. Ella actuó como si no hubiera pasado nada, aun sigo sin acostumbrarme a su forma de hacer como que nada pasa, es decir, en el mismo acto me enteré que ella también era virgen, me parecía algo incómodo saber que yo fui su primera vez y estaba molesto porque ella dijo que tenía experiencia, me había mentido.
Una semana después arregle las cosas con Jana.
‍​‌‌​​‌‌‌​​‌​‌‌​‌​​​‌​‌‌‌​‌‌​​​‌‌​​‌‌​‌​‌​​​‌​‌‌‍—Dime, ¿por qué terminaste con Jana?
Bueno, Jana era muy celosa, ella estaba segura que Jessica estaba enamorada de mi y yo insistía diciendo que no es así. Le conté que ella me rechazó y que ella me ayudó dándome consejos para volver con ella, obviamente no le conté que me acosté con ella.
Estuvimos de novios un año y para mi cumpleaños numero 18 ella me dejo, me dejo por el hermano de Jessica. Quedamos como amigos pero un mes después ella desapareció, cuando le pregunté al hermano de Jessica él me dijo que Jana se había ido sin decirle nada. Dos meses pasaron y en las noticias salió que encontraron a Jana en un campo; su cuerpo estaba lleno de moretones, algunos huesos rotos y en su abdomen tenía cosida la palabra "zorra" , ella estaba viva pero al parecer los que la secuestraron la volvieron loca.
Actualmente está en un centro de salud mental, la visitó una vez al mes.
—Y ¿alguna vez conociste a una tal Tamara? —Le entrega una foto.
— Fue mi última novia, hace cuatro meses que desapareció, nadie sabe nada de ella. La conocí hace dos años, el 24 de diciembre del 2022, en una fiesta que hicieron unos amigos, Jessica me la presentó, es su prima. En la fiesta por culpa del alcohol tuvimos relaciones y eso no impidió que empezaremos a salir, dos meses después me enteré que Tamara estaba embarazada, esperaba un hijo mío y yo estaba feliz al igual que ella.
Nos pusimos de novios de manera oficial, conocí a sus padres y ella a los míos. Cuatro meses y medio después nació Jessica, nuestra hija.
— Porque le pusieron ese nombre?
— Cuando la familia se enteró del embarazo no estaba muy feliz, nunca entendí porque si ambos teníamos 22 años, trabajo y una casa donde vivir los dos, estábamos listos para formar una familia. En fin. Jessica fue la única que nos apoyó siempre, Tamara decidió ponerle su nombre a la bebé y hacerla la madrina.
Todo fue yendo muy bien, era feliz con Tamara, Jessica nos ayudaba con la bebé, aún no cambiaba nada su rostro pero eso ya no importaba. La bebé fue creciendo, cuando cumplió un año yo me casé con Tamara.
Pero cuando la bebé cumplió dos años todo se volvió un poco raro.
Tamara actuaba algo distante, de mi. Jessica pasaba muchísimo tiempo con la bebé, siempre se la llevaba y eso a Tamara le molestaba. Un día discutimos feo y sacamos las verdades a la luz. Tamara era como todas mis antiguas novias, creían que Jessica estaba enamorada de mi.
Cuando le dije que con ella perdí mi virginidad y aprendí a besar, su teoría se volvió cierta para ella. Lo peor fue cuando dijo que no estaba conmigo porque me amara sino porque el verdadero padre de la bebé no quería hacerse cargo de ella, no pude evitarlo y la golpee, sólo una bofetada. Nos divorciamos.
Un juicio por la tenencia de Jessica dictó que aunque no fuera el padre yo podía visitarla y llevarla conmigo de paseo cuando quisiera además de mostrarme como padre legal ya que la había adoptado.
Llegando al hoy en día. Hace 4 meses que desapareció, la pequeña Jessica vive conmigo y Jessica...,bueno ahora sólo conmigo ya que hace un mes Jessica se fue diciéndome que volvería en cuanto solucionase un problema que tiene.
—David, Tamara está muerta y tenemos pruebas de que Jessica la mato. Al igual que a todas tus ex-novias.
— Cuando me lo dijeron la primera vez no les creí, pero ahora que recuerdo con claridad las cosas si se me hace sospechoso y si les creo. Pero debo decir que es mi culpa, yo la lleve a eso, ella me dijo que haría lo posible para mantenerme feliz y yo siempre que terminaba una relación decía "Ojalá se muriera así no tengo que volver a verla jamás".
Los agentes se quedaron viendo a Juan con algo de sorpresa esperando que continuará.
‍​‌‌​​‌‌‌​​‌​‌‌​‌​​​‌​‌‌‌​‌‌​​​‌‌​​‌‌​‌​‌​​​‌​‌‌‍—Supongo que yo tengo la culpa.
—Bien. Ya conocemos tu historia con ella. Ahora necesitamos que nos cuentes qué sabes de ella.
— Se su nombre completo. Jessica Elizabeth Tunas, ahora tiene 25 años, nació en el año 1999. Tiene una hermana, un hermano mayor, y un hermano menor. Clarisa Tunas es su hermana mayor, creo que ahora tiene 34 años, un hijo y está casada. Su hermano Julián Ernesto Tunas, ahora tiene 29 años y no se más de él. Su hermano menor Stéfano Marcos Tunas, creo que ahora tiene 12 años y vive con sus padres. Su mamá se llama Laura pero no se su apellido, su padre Jorge Tunas.
De sus parientes sólo conocí a Tamara.
Nunca tuvo mascotas, como tampoco "sentimientos", su cara nunca expresó nada y siempre era difícil de entender.
Su personalidad era una mezcla entre alegre, positiva, fría, cortante, distante, algo egoísta aunque era amable, siempre tratando de ayudar y nunca faltaba su sarcasmo o ironía. A veces de la nada soltaba comentarios perturbadores.
Nunca la vi con pareja pero si se que no se perdía la oportunidad de besarse y acostarse con quien ella quisiera, aunque lo último lo hizo un año después de perder la virginidad conmigo.
Nunca supe qué hacía en sus tiempo libre y cuando quería saber ella desviaba el tema de la conversación.
Sobre las cicatrices en su cuerpo. Bueno. Sólo me contó de algunas. Unas fueron por operaciones de riñón y corazón, no se muy bien porque. Y las demás dice que fueron de golpes por accidentes, según me contó, de pequeña era un desastre y se lastimaba mucho.
—Corrección, la lastimaban mucho. Según sabemos ella sufrió de mucho maltrato por parte de sus padres sólo porque ella no expresaba nada en su rostro. Además de su madre, su enfermo tío el cual  está  desaparecido, muchas personas intentaron dañarla. Su tío era un empresario y un idiota sádico. Cuando supo que su hermana tuvo una bebé que no expresaba nada decidió usar su tiempo libre para hacer que esta niña empezará a expresarse. No sabemos cuánto tiempo ni con qué cosas la torturó, sólo sabemos que no consiguió lo que quería y que un día desapareció. Esa es la principal razón por la que te llamamos. No es por tus ex-novias sino por el tío de Jessica. Creemos que ella lo secuestró. Y si no lo encontramos, su tía, la mujer de su tío, podría encontrarla antes y matarla.—comentó con fastidio. —Necesitamos que nos digas cómo encontrarla.
— Lo siento pero no se donde esta ni como encontrarla. Si me disculpan, mi hija me necesita. Que tengan suerte y si la encuentran me gustaría despedirme de ella.
Dicho eso Juan salió de la comisaría, fue a casa donde estaban su hermana y la pequeña Jessica. Esa noche Juan se durmió tarde ya que se la paso pensando en su mejor amiga y amor prohibido, en la mujer que nunca pudo olvidar, en la mujer que ya nunca vería.
Buenas noches Jessica. Donde quiera que estés, espero que estés bien y nunca te encuentren.
Susurro cerrando los ojos, abrazó a su pequeña hija que dormía junto a él y justo antes de dormir profundamente volvió a escuchar su dulce voz...
— Buenas noches, mi querido amigo.




 

domingo, 3 de noviembre de 2024

LA VERDAD Y LA MENTIRA. (Relatos)

Miró el despertador, eran las doce y media. Volvió a cerrar los ojos, la resaca le golpeaba las sienes fuertemente. A medida que su mente comenzaba a aclararse, los recuerdos de la noche anterior comenzaron a regresar en fragmentos.

Al mirar a su derecha, fue consciente de que no estaba sola. Volvió a cerrar los ojos, deseando que todo fuera solo un sueño, pero la presencia a su lado era innegable. Mientras luchaba por ordenar sus pensamientos, las imágenes de la noche anterior se ensamblaron en su mente: risas, tragos, bailes y, finalmente, un rostro amable que se volvía más familiar a medida que los minutos avanzaban.

Se sentó en la cama, apoyando su espalda en la pared, en silencio, sin moverse. Su mente daba vueltas, intentando urdir un plan lo antes posible para enfrentar la situación. Quería recordar más detalles de la conversación que habían tenido, de las risas compartidas, de lo que sea que había llevado a esta situación incómoda.

Su acompañante comenzó a moverse y desperezarse. Ella sintió una combinación de alivio y ansiedad. ¿Qué haría ahora? El hombre la miró y le dirigió una sonrisa amistosa.

- Buenos días, Lola - pronunció mientras bostezaba y estiraba los brazos.

Lola asintió, un poco aturdida. Apenas recordaba su nombre, pero por suerte él parecía más al tanto de la situación. Intentó pensar en cómo iniciar una conversación, una conversación que llenara los vacíos en su memoria y permitiera que esta situación incómoda se resolviera con un mínimo de dignidad.

- Mira, creo que es el momento de que te vayas, tengo que ir al trabajo - le dijo con cautela.

El extraño acompañante asintió sin decir nada. Se vistió rápidamente y dejó su número de teléfono anotado en un cuaderno que estaba sobre la mesilla de noche. "Llámame, Víctor", decía el mensaje. Lola asintió, agradeciendo por dentro que él no pareciera insistir. Uno a uno, pensó, al menos tenían un punto de igualdad.

-¿Me llamarás? - preguntó Víctor mientras terminaba de recoger sus cosas.

-Te llamaré - respondió Lola, deseando que la mentira pasara desapercibida.

Esa fue la primera mentira de muchas. Cuando Carlos, su novio, llegó a casa más tarde esa tarde, encontró a Lola inquieta, con la mirada vacía. Al verlo, ella comenzó a llorar, incapaz de sostener la fachada que había construido durante todo el día.

- Claro que si mi amor, si puedes - y la besó con temor a la verdad y la esperanza del silencio.

La verdad y la mentira se entrelazaban en un delicado baile, y Lola sabía que eventualmente tendría que enfrentar las consecuencias de sus acciones. A medida que el tiempo pasaba, la culpa crecía dentro de ella como una sombra persistente, oscureciendo sus pensamientos y minando su alegría.

Lola y Carlos solían ser una pareja inseparable, compartiendo risas, secretos y sueños. Pero ahora, en medio de la incertidumbre y las mentiras, la distancia entre ellos se volvía más palpable. Aunque Lola intentaba comportarse con normalidad, sabía que su conciencia no la dejaría en paz.

Una noche, mientras estaban sentados en su sofá, un incómodo silencio llenó la habitación. Carlos la miró con preocupación en sus ojos, como si pudiera sentir que algo andaba mal. Finalmente, rompió el silencio:

Lola, sé que algo está pasando. Noté que has estado distante últimamente, y quiero que sepas que siempre puedes confiar en mí.

Lola sintió que su corazón se apretaba en su pecho. Quería abrirse, contarle a Carlos todo lo que había sucedido, pero las palabras se atascaban en su garganta. Suspiró y miró a los ojos de Carlos, buscando la fortaleza para hablar.


Carlos, hubo algo que pasó... algo que no te conté. Una noche, hace un tiempo, conocí a alguien. Fue una situación extraña y... terminamos pasando tiempo juntos. Pero te juro que no fue lo que piensas, no había intención ni nada serio entre nosotros.

Carlos la miró, su expresión mezcla de sorpresa y preocupación. Lola podía ver la tormenta de emociones que cruzaba por sus ojos, pero también notó un atisbo de comprensión.

Lola, no importa lo que haya pasado, lo que importa es cómo manejamos esto ahora. La confianza es fundamental en una relación, y si realmente quieres que esto funcione, debemos hablar honestamente y encontrar una solución juntos.

Las lágrimas llenaron los ojos de Lola mientras escuchaba las palabras de Carlos. Se sentía aliviada de finalmente liberar la verdad, pero también temía las consecuencias de sus acciones. Se dio cuenta de que el camino hacia la redención sería difícil y que requeriría tiempo y esfuerzo para reconstruir la confianza que había perdido.


En los días siguientes, Lola y Carlos tuvieron conversaciones difíciles y honestas. Compartieron sus miedos, inseguridades y deseos, trabajando juntos para sanar las grietas que se habían formado en su relación. Aunque el proceso fue doloroso, también les permitió crecer como individuos y como pareja.

Relato Publicado en: Amazon.com: Relatos Morales (Spanish Edition) eBook : Sánchez Soriano, Vanessa: Tienda Kindle